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«Bébete la leche, que si no no vas a crecer»
¿Cuántas veces nos habrán repetido esa frase de pequeños?
Desde siempre nos han vendido la idea de que la leche es imprescindible para nuestra salud. Y que si no bebemos leche, no tendremos suficiente calcio en los huesos y se nos romperán.
Así que desde que tengo memoria, la leche era un alimento diario en mi alimentación. La bebía porque era lo normal. Porque me la daban mis padres. Porque era lo que decía la Pirámide de la Alimentación Saludable que había pegada en la nevera de casa. Así que jamás me había cuestionado si realmente era saludable o no. Porque lo tenía que ser, ¿verdad? No nos iban a mentir.
La industria de la leche, una de las más engañosas
Si te paras a pensarlo, los humanos somos los únicos que seguimos tomando leche después de la infancia y, para colmo, la de otro animal. ¡No tiene sentido! Y tampoco hay ninguna necesidad de tomarla. Piensa en nuestros antepasados: antes de que existiera la ganadería tampoco tomaban leche. El consumo de ésta empezó cuando se empezaron a criar animales.
También nos dicen que la leche es importante para tener los huesos fuertes, pero varios estudios han demostrado todo lo contrario: la leche tiene cero protección. Irónicamente los países que beben más leche son los que tienen más casos de osteoporosis y fracturas óseas.
Y no solo eso, sino que el consumo de productos lácteos también aumenta el riesgo de padecer cáncer, especialmente esos relacionados con las hormonas: cáncer de mama, ovario o próstata. Así como las enfermedades cardiovasculares (ataques de corazón y derrames cerebrales), la diabetes o la obesidad.
Además, casi el 65% de la población mundial es intolerante a la lactosa, es decir, no puede digerir bien los productos lácteos. Dicho de otra forma, la intolerancia a la lactosa es en realidad lo normal después del destete. ¿Te sorprende?
Parece ser que los países desarollados somos los que mejor toleramos la leche.
Es cierto que la leche tiene calcio pero también tiene muchas otras cosas no tan buenas: desde grasas saturadas, colesterol y hormonas hasta antibióticos. ¡Un cocktail de lo más apetecible!
Y sabiendo todo esto, ¿por qué nos siguen insistiendo que es imprescindible para nuestra salud?
Pues porque todo es un negocio…
Nos están incitando a comer alimentos que saben que no son saludables para que nos pongamos enfermos. Lo mismo pasa con los ultraprocesados que son malísimos pero nos los venden igual. Muchos aparecen con logos de sociedades médicas para hacernos pensar que sí son buenos. Con los productos lácteos pasa lo mismo. ¡Siguen recomendando su consumo 2 a 3 veces al día!
Este sistema beneficia tanto a las industrias lácteas como a las compañías farmacéuticas. Unos ganan dinero si consumes sus productos, los otros ganan dinero manteniéndote enfermo. Nadie gana dinero si dejas de beber leche.
La cruda realidad de la industria láctea
A diferencia de las gallinas que ponen huevos independientemente de si son fecundadas por un gallo o no, las vacas, al igual que las mujeres, solo producen leche cuando están embarazadas.
Pero muchas personas piensan que las vacas pueden dar leche constantemente de forma natural. Además, como no hay sangre por medio, en teoría tampoco habría sufrimiento porque no las están matando, como pasa con las vacas de la industria cárnica. Pero la realidad es mucho más cruda de lo que pensamos.
Para que una vaca dé leche constantemente, necesita pasarse la vida preñada y pariendo sin parar. Para ello, es sometida a un embarazo artificial forzado (no tiene derecho a decir que no porque la atan por el cuello). Y, una vez da a luz, le quitan la cría. Si ésta se quedara con la madre se bebería toda la leche que, obviamente, es para nosotros.
Durante los próximos diez meses es ordeñada mecánicamente 2 o 3 veces cada día. Y antes de que deje de producir leche, volverá a ser inseminada para empezar el proceso de nuevo. Este ciclo de sufrimiento se repite año tras año hasta que la pobre no puede producir más leche. Por supuesto, cuando esto sucede la envían al matadero, donde termina como un trozo de carne.
Sí, la industria láctea es la industria cárnica. Es igual de maquiavélica e igual de cruel.
¿Y qué pasa con las crías? Si es hembra, su futuro será el mismo que el de su madre. Si es macho, solo vivirá un par de meses para luego convertirse en carne de ternera.
Así que cuando consumimos productos lácteos estamos básicamente pagando a personas para que violen a animales, les roben sus crías, sus leches y, finalmente, los maten. Y estoy convencida de que cada vaso de leche que te has bebido en toda tu vida ha salido de este proceso.
Unos consumen demasiada leche, otros mueren de hambre
Dejando de lado todas las mentiras y atrocidades que se cometen día tras día en la industria láctea, reflexionemos sobre el brutal impacto ambiental que esto conlleva. Estamos hablando de una deforestación masiva, pérdidas de suelos fértiles y muchísimas cantidades de agua para cultivar cereales que damos de comer a estos animales que, luego, nos comemos nosotros.
Actualmente, con todos los cereales que se plantan, se podría alimentar perfectamente a todo el mundo. Pero solo un pequeño porcentaje es para consumo humano. Y mientras tanto se estima que cada 10 segundos hay una persona que se muere de hambre.
Y esto sin hablar de que la ganadería produce el 18 % de las emisiones de gases de efecto invernadero, más que todos los medios de transporte juntos. Si quieres profundizar más en este tema te recomendamos ver el documental de Cowspiracy.
¿Qué motivos más vamos a necesitar para dejar de mitificar este alimento?
Por un futuro más ético y saludable
No es necesario ser vegano o un animalista para reducir nuestro consumo de productos de origen animal. Pero lo que sí que creemos que es importante es que seamos conscientes a nuestra hora de consumir, independientemente de cual sea nuestra dieta. Que sepamos que los alimentos que elegimos tienen unas consecuencias. Que cada decisión que tomamos puede significar la vida o la muerte de un animal, la tala de un árbol más o uno menos, así como también el futuro de nuestra propia salud.
La buena noticia es que tenemos alternativas mucho más éticas y saludables para reemplazarlos. Para la leche existen miles de opciones vegetales: la de soja, avena, almendras, anacardos, coco… Y esto por mencionar solo unas cuantas. Pruébalas hasta que encuentres las que más te gustan. Y en cuanto al calcio, te invitamos a que descubras todos los alimentos ricos en él.
Al fin y al cabo, ¡la leche no es la leche!, como nos hacen creer. ?
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